-¡Lucía, cariño! Vengo que no me aguanto, ve quitándote la ropa que te voy a echar el polvo de tu vida.
Entraron en la habitación, se metieron en la cama e hicieron el amor de manera salvaje, brutal, escandalosa...
Fue tal el ajetreo y el ruido de la cama contra la pared, que al cabo de unos minutos escucharon unos golpes al otro lado de la pared, acompañados por las voces del vecino:
-Ya está bien, ¿No?
¡Qué llevamos toda la semana igual!
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