Lleva 36 años sin tocar el coche porque lo tiene «muy bien aparcado»

Miente quien diga que nunca ha hecho algo así de tonto.

«Lo recuerdo como si fuera ayer», relata Faustina Rufles, de Cerdanyola del Vallès: «Era el 13 de abril de 1975. Nunca más he creído que el trece trajera mala suerte. Volvía yo del Corte Inglés cargada de paquetes; llovía, me veía teniendo que aparcar en las quimbambas, y cuando doblé la esquina de Pintor Cochambre y pasé por aquí, grito: “¡Calla! ¡Que ese está saliendo!”»

Faustina tiene hoy 74 años, pero en sus ojos aún brilla un destello de juventud cuando recuerda aquel hermoso día de abril en que aparcó su R-5 delante mismo de casa, «pero delante, ahí, ahí, ¡delante mismo!, exclama, llena de gozo.

Y ahí sigue el coche. Porque desde entonces está tan bien aparcado que Faustina no se arriesga a sacarlo por una tontería y que le quiten el sitio. «Así lo tengo delante de casa para cuando lo necesite de verdad», dice ella.

Ocasión que, según su criterio, está aún por llegar. Cualquiera habría dicho, por ejemplo, que su tercer parto, en mayo del 77, habría sido un buen momento. Pero no; una vez hubo roto aguas, Faustina cogió el autobús entre dolorosas contracciones y no le hizo falta ni llegar al hospital, gracias a un atasco y a una oportuna comadrona que iba a bordo y que le hizo una cesárea con el martillito de emergencia.

Hoy, Faustina empieza a hacerse a la idea de que quizá no tenga que tomar el coche nunca más, y ya piensa en el futuro. «Me gustaría que me enterrasen donde está aparcado el coche ahora, con una lápida de quita y pon, para que mis puedan ponerla cuando cojan el coche y que no les quiten la plaza.» Ese es el espíritu, señora.

Fuente: eljueves